No hay Novia sin ramo
  • No hay Novia sin ramo
  • 25 de mayo de 2021

Cuando nos imaginamos una Novia es casi imposible no verla con un ramo de flores en las manos. Y es que el ramo se ha convertido en un complemento esencial en el look de cualquier Novia. Pero, ¿de dónde viene esa tradición? ¿qué historia se esconde tras el ramo? Pues hoy os lo contamos.

Las flores han estado presentes en infinidad de actos, ritos o eventos sociales independientemente de la cultura o el país, y el “lenguaje de las flores” se utilizó para comunicar sentimientos e intenciones también entre amantes. 

De manera que las flores empezaron a tomar importancia en los ritos nupciales en la antigua Grecia, donde las Novias lucían un ramo de hiedra como símbolo de unión y durabilidad, o en el antiguo Egipto donde el ramo de azahar era símbolo de pureza y virginidad. Así mismo empezó a tomar carácter religioso, y las Novias utilizaban el ramo a modo de ofrenda a los dioses para asegurarse su protección durante el matrimonio y ser bendecidas con una sana descendencia.

Pero es en la Edad Media donde su significado pasa a ser algo “higiénico” debido a la falta de aseo, se utilizaban grandes ramos de flores olorosas para enmascarar las dificultades de los contrayentes de darse un buen baño, una visión por otra parte poco romántica del ramo, pero práctica, que van dejando paso a los ramos compuestos de flores afrodisiacas para asegurarse una buena noche de bodas. 

No es hasta el Renacimiento donde el ramo toma un papel protagonista, convirtiéndose en algo más romántico y estético que expresa también la personalidad de la Novia.
A partir de ahí el ramo pasa a ser un complemento más y se empiezan a personalizar, abriéndose un abanico inmenso de posibilidades. 

Hoy en día se puede conseguir casi cualquier flor en cualquier época del año, por ello deja de ser algo temporal la elección de las flores, y gracias a nuevas técnicas se utilizan también flores “preservadas”, que son flores naturales sometidas a un tratamiento para que su aspecto sea el de flores frescas pero con una duración prácticamente ilimitada. También la utilización de flores secas como espigas o lavanda está cobrando gran relevancia, y hacen ramos más informales y románticos.  

La forma de nuestro ramo también es importante, aunque la tendencia es llevar ramos más informales, que parezca casi que lo has cogido tu misma en el campo, hay quien prefiere un bouquet o un ramo en cascada, o las más atrevidas pueden optar por ramos en forma de bolso, cesta o corona. 

Sea como sea tu ramo, lo importante es que te haga sentir cómoda y refleje tu personalidad.

Y una vez metidos en harina, es la hora de lanzar el ramo, pero ¿de donde viene esa tradición?  Pues parece ser que en el siglo XIV se creía que el primer invitado que le quitase una liga a la Novia tras la ceremonia le convertiría en portador de buena suerte, pero para evitar el tener que salir corriendo tras la firma del matrimonio, las Novias comenzaron a quitársela a la salida de la Iglesia y lanzarlas ellas mismas, y ahí es donde las diferentes iglesias difundieron la idea de que eran realmente las flores las que portaban la buena suerte, para evitar que las recién casadas tuvieran que deshacerse de una prenda tan intima a la salida del templo. Esa tradición la exportaron rápidamente a América donde tomó protagonismo principalmente en EEUU donde empezaron a lanzárselo a las mujeres solteras, mientras que los mozos las podían identificar y así comenzar un posterior cortejo.

En España hoy en día se lanza durante el baile, y cada vez más son las Novias que encargan un segundo ramo para su lanzamiento y conservar el que le ha acompañado durante todo el día como recuerdo o regalo a una persona especial, normalmente madre o abuela.

Y ya saben el dicho: ¡¡¡“de una boda sale otra boda”!!!


Foto cabecera: Bokeh Photography

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